Feliz Navidad a todos los amigos de Santa Ana de los Guácaras
En la plaza, los niños alborotaban jugando con los cohetes. Sus risas iluminaban el ambiente, contagiándolo de una alegría difícil de eludir.
Don Antonio los contemplaba en silencio tras el cristal de la ventana de su habitación cerrada, pensativo, quieto, sentado en su butaca, recordando quizás aquel tiempo en el que también él jugaba y reía como ellos.
Quería contagiarse de toda aquella algarabía, sintiéndose completamente pleno, como si de nuevo pudiera estar en el centro de aquel coro, saltando a la comba y riendo.
En su rostro, vencido ya por la vejez venida, se dibujó una sonrisa pausada, como una señal de gozo. También en el verde grisáceos de sus ojos tristes se intuyó, como una mueca, el regocijo de su alma.
Es curioso lo rápido que pasa la vida, lo efímeros que somos, tan pequeños, que pocas son las cosas que realmente tienen sentido, y entre ellas, la risa de los niños, la familia, la amistad, la felicidad y la paz en el corazón de los hombres, porque en el fondo, es eso cuanto somos.
¡Feliz Navidad para todos los amigos de Santa Ana de los Guácaras!